martes, 14 de julio de 2009

Ex-arzobispo anglicano de Londres: En la Iglesia Católica está la verdad, sin subjetivismos


Graham Leonard participó en Madrid en el congreso de conversos. Monseñor Graham Leonard es un hombre extraordinariamente afable e inteligente. Los años no han logrado apagar el brillo de sus ojos. Responde a las preguntas con sinceridad, dejando claro que su conversión del anglicanismo –donde había llegado a ocupar el cargo de obispo de Londres– al catolicismo no se debió sólo a la cuestión de la ordenación sacerdotal femenina, sino a un largo proceso que culminó en el ingreso en la Iglesia católica, en el cual la ordenación de las mujeres fue la gota que desbordó el vaso y le convenció de que la Católica era la Iglesia verdadera.

—¿Cuál es el origen de su conversión?
—Mi conversión al catolicismo viene de muy lejos, no fue de repente. Desde hace muchos años experimenté una gran preocupación ante los acontecimientos de la que era mi Iglesia, la Iglesia anglicana. Siempre he pensado que la fe es un don de Dios y que no es fruto de los descubrimientos individuales que cada uno pueda hacer. Como miembro de la Iglesia anglicana me preocupaba mucho el que en ella se dieran cada vez más importancia a las interpretaciones privadas, individuales, de la fe. Unas interpretaciones que dependían de la situación, del ambiente, de lo que la Iglesia tuviera a bien decidir y opinar en cualquier momento.

—Este deslizamiento al subjetivismo, al relativismo, ¿lo percibió usted sólo en los últimos años o llegó a darse cuenta de que estaba en la raíz del nacimiento de la Iglesia anglicana?
—En realidad, ha sido siempre así desde la Reforma del siglo XVI. En aquella época, en la que nace la Iglesia anglicana, la fe se expresó como un intento de responder a la situación política creada por Enrique VIII. El profesor Powicke lo dijo con claridad de esta manera: "Lo que se puede decir definitivamente de la Reforma en Inglaterra es que ésta fue un Acto de Estado". La Iglesia en Inglaterra se encontró a la merced y teniendo que someterse a los objetivos políticos de la monarquía Tudor. Para ello dejó de ser la Iglesia católica en Inglaterra para pasar a ser la Iglesia de Inglaterra.

"Ojala muchos evangélico aceptaran esa realidad de que cada quien interpreta a su modo la Biblia. Sin duda que es el precio a pagar por no pertenecer a la Iglesia que dejo Jesucristo".

Proceso repetido

—¿Sucedió esto más veces?
—En realidad, este proceso de adaptación de la fe a las necesidades del momento se ha ido repitiendo desde entonces. El contenido doctrinal de la fe dependió durante muchos años de la interpretación de los formularios hechos por los juristas. En los últimos años ha dependido del Sínodo General. Según la Conferencia de Lambeth –una especie de Sínodo de todas las Iglesia anglicanas del mundo–, cada Iglesia en cada país es libre de determinar cómo entender su fe. Cuando me di cuenta de todo esto comprendí también que ya no podía seguir ejerciendo mi ministerio sacerdotal en estas condiciones.

—¿Fue decisivo el hecho de que la Iglesia de Inglaterra aceptara el sacerdocio femenino?
—Aquello fue el detonante, porque representó el establecimiento de una nueva comunión, según la cual se requiere como necesario creer en algo que antes la Iglesia nunca ha requerido como materia de fe. Fue un paso más dentro de ese proceso de subjetivismo, según el cual cada uno es libre de creer lo que quiera. Ya había pasado con la fe en la resurrección.

—Usted está casado, como suele suceder entre el clero anglicano. ¿Cómo acogió su esposa la decisión de su conversión, que le suponía renunciar a una vida holgada como obispo de Londres y pasar a una situación incierta?
—Ella hubiera querido hacerse católica antes que yo, pero no me lo había querido decir nunca, para no presionarme debido a mi responsabilidad dentro del anglicanismo. Ella, como yo, ha sido muy feliz desde que entramos en el catolicismo.

—¿Cómo acogieron la decisión sus hijos?
—Tenemos dos hijos y cinco nietos. Aceptaron nuestra decisión y la respetaron, pero decidieron seguir siendo anglicanos.

Bien acogido

—¿Se han sentido acogidos en la Iglesia Católica?
—Muy bien, sin reserva alguna.

—¿Están contentos los sacerdotes anglicanos que, como usted, se han hecho católicos?
—Sí, sin duda. No conozco ninguno que no esté contento.

—¿En que trabajan, después de su conversión?
—En lo mismo que cualquier otro sacerdote católico: en las parroquias, como capellanes de universidades, en hospitales, como profesores. Por ejemplo, uno de ellos, que había sido sacerdote de la diócesis de Londres cuando yo era su obispo, es ahora vicario general de la diócesis católica de Westminster. En mi caso concreto, el nombramiento que he recibido de prelado honorífico de Su Santidad ha sido visto por los ex-anglicanos como una aprobación del Santo Padre, una bienvenida que ya habíamos recibido localmente. En mi ministerio, me he concentrado en dar retiros espirituales a los clérigos diocesanos, por ejemplo a invitación del obispo de Birmingham. Hace sólo unas semanas he terminado de dar un retiro a los benedictinos de Inglaterra.

—Algunos, incluso en la Iglesia Católica, piden que el primado del Papa deje de ser jurisdiccional y se convierta sólo en un primado honorífico. ¿Qué opina usted?
—Lo esencial de la primacía petrina no es el honor sino la jurisdicción. Y eso porque se trata de defender la verdad, los derechos de la verdad. El primado del Papa es esencial para la Iglesia porque es de institución divina. Es esencial también para alcanzar la unidad verdadera entre las Iglesias.

—¿Por qué?
—Porque la unidad, para que sea auténtica, sólo puede estar basada en la verdad. Es responsabilidad del Papa asegurar esta unidad en la verdad.

Sin concesiones

—¿Cree que se deben hacer concesiones en el diálogo ecuménico para alcanzar más fácilmente la unidad?
—No creo que se deba hablar de concesiones. La verdad no se descubre entre negociaciones, sino con la obediencia.

—¿Cómo ve usted la crisis que padece la Iglesia católica?
—Lo de la crisis de la Iglesia católica depende de dónde se mire, pues en ella hay muchas cosas positivas, como los nuevos movimientos y la revitalización que están haciendo en las parroquias. Básicamente, como crisis hecha por los poderes del mal, lo que se intenta es difundir el subjetivismo como método para arruinar y destruir la autoridad divina. Yo confío totalmente y siempre en el poder amoroso de Dios y en sus objetivos para la Humanidad. Confío en Dios totalmente y porque creo en Dios creo en la Iglesia que Él nos ha dado y por eso tengo esperanza. Es esta Iglesia la que debe llevar a su cumplimiento los planes de Dios para la salvación del hombre.

Una gran alegría

"Mi reacción inicial al convertirme al Catolicismo fue de alivio, serenidad y gratitud, junto con una gran alegría. Y el encontrarme redimido de la tiranía de la teología subjetiva, y desatado de la subordinación a las formas de pensar y actitudes de nuestros tiempos, no fue una de las menores causas tampoco. Mi comprensión de la Fe Católica no estaría desde entonces determinada por las opiniones en voga de letrados, por las opiniones del mundo, poniendo al hombre siempre como centro, o por las experiencias subjetivas de gentes devotas. Ahora podría escuchar y aprender a obedecer la Fe como la proclama la Iglesia Católica.
El ser aceptado en una nueva vida en Cristo, que es el don de la gracia, trae consigo un gran gozo, al ser liberados de la tiranía de estar subyugados a los quehaceres y raciocinios de este mundo transitorio, y trasladados al reino del amado Hijo de Dios. El poder ser así liberado fue una de las razones por las que quise ser católico".

No hay comentarios:

Publicar un comentario