sábado, 4 de julio de 2009
Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, hizo un llamado a los argentinos a recuperar su identidad católica
El Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, hizo un llamado a los argentinos a recuperar su identidad católica pues ésta “no puede quedar sometida al capricho individual, a las modas sugeridas por la cultura vigente o a las presiones de los formadores de opinión”.
El Arzobispo hizo estas reflexiones tras la publicación de un informe del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) que sostiene que “los argentinos tienen una religiosidad, en cierto modo, subjetiva. Van a la Iglesia cuando lo sienten, se comunican con Dios directamente, no se reconocen miembros de una comunidad de salvación y, por tanto, en comunión con sus dogmas y su disciplina”.
En su programa de televisión Claves para un Mundo Mejor, el Prelado admitió que el “catolicismo de los argentinos es poco serio” y consideró que “esta situación religiosa de una buena parte de nuestro pueblo constituye un grave problema pastoral”.
Ante esta situación, Mons. Aguer consideró necesario “volver a lo esencial, volver a predicar y a explicar las verdades fundamentales de la fe, hacer comprender que la pertenencia a la Iglesia no es algo caprichoso o puramente exterior, sino que supone un compromiso al cual estamos ligados por el bautismo y la confirmación.
No obstante, criticó las conclusiones que sobre estos datos sacó el periodismo, que en su mayoría opinó que “la jerarquía católica tendría que darse cuenta de que hay muchísima gente que no la sigue y. por tanto, tendría que amoldarse a lo que esta gente piensa, siente y hace creyendo que son católicos”.
Mons. Aguer señaló que “la solución es exactamente la contraria. Tendríamos que volver a lo esencial y poner como un punto capital de la pertenencia a la Iglesia la plena identidad de la fe, de la comunión, con lo que la Iglesia enseña y tratar, humildemente y con paciencia, de superar nuestras limitaciones y procurar cumplir los mandamientos de la ley de Dios”.
“Recuperar, en definitiva, la identidad católica, que no puede quedar sometida al capricho individual, a las modas sugeridas por la cultura vigente o a las presiones de los formadores de opinión”, insistió.
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